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viernes, 10 de febrero de 2017



Quiero inaugurar las publicaciones en este blog con uno de esos trucos caseros que potencia la idea de la reutilización. En lugar de ir tirando cosas y reemplazándolas por otras nuevas, podemos encontrar utilidades distintas para las primeras. Mi abuela ya lo hacía desde pequeña. A nadie se le ocurría en aquellos años deshacerse sin más de objetos que podían tener múltiples usos.
Mi abuela tuvo una vida llena de años y de anécdotas. Pasó por épocas inolvidables, algunas quizá por ser demasiado complicadas. Aunque tenía un sentido del humor envidiable, también es cierto que no todo en ella era sinónimo de perfección. Me encantaba hacerle compañía mientras iba sonsacándole estos trucos que ahora comparto contigo.
Cuando escuchaba algunos de ellos, tengo que admitir, me daba un vuelco el estómago. Es cierto, ella hubo de aprender a tener estómago para todo, pero ni yo ni ninguna mujer en la actualidad tiene necesariamente que pasar por aquellos percances, otra vez. Así que algunos de los trucos que te planteo aquí están adaptados a nuestros tiempos, es decir, me he tomado la confianza de ahorrarte las cosas que no me parecen del todo necesarias para sacar partido a estas buenas sugerencias de mi abuela y de las mujeres de su tiempo.
El que te propongo ahora es un truco la mar de práctico, que puede servirte para un millón de cosas distintas. No sé tú, pero yo tengo unas encías muy sensibles y nacidas para la boca de una princesa, así que mis cepillos de dientes, sin excepción, los compro en farmacia. Para este truco, sin embargo, no solo bastan los que encontrarás en cualquier supermercado, sino que además los recomiendo. 
Lo mejor de los cepillos de dientes que se venden en el súper es que muchas veces puedes adquirirlos de tres en tres, lo que hace que puedas sacarle partido a la compra durante más tiempo. Pues bien, se trata de utilizar ese gran invento, el cepillo de dientes, para acceder a los lugares más complicados a la hora de limpiar en casa o, incluso, de limpiar el calzado. 
La ventaja de los cepillos de dientes es que tienen una graduación en cuanto a la dureza de las cerdas. Esto te permite elegir grados de mayor dureza para limpiar objetos pequeños de material duro, como la cerámica o la ornamentación en plata y oro; y de menor dureza para quitar la suciedad en los repliegues o costuras de tus zapatos preferidos o de los elementos decorativos más frágiles. 
Recomiendo lavar el cepillo de dientes, después de su uso, con agua caliente y jabón neutro. Así se conserva por más tiempo y no traslada la suciedad de unos objetos a otros.

Imagen: WDNet Studio
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